Arqueología de los modelos sexuales, el sexo y el género

5 de enero de 2021

El concepto de sexo, como otros conceptos, es cambiante.

La evolución del concepto de SEXO ha sido dependiente del contexto epistémico en primer lugar (el desarrollo del conocimiento), de la medicina (el conocimiento) en segundo lugar y finalmente de la clínica (la institución con capacidad para diseñar discursos médicos).


La sanción de prácticas no encaminadas a la reproducción ha privilegiado una orientación sexual acorde a los objetivos de reproducción social que fueron establecidos en las instituciones que ostentaron el poder a partir del medievo, en el feudalismo y posteriormente en la configuración de los Estados modernos. La atención al deseo y el placer se fue regulando negativamente mediante la imposición de normas sobre prácticas sexuales heterosexuales. El sesgo epistemológico del que se partía, una teología de la complementariedad (alma-cuerpo / bien-mal / lo bueno-lo pecaminoso… etc.) y una teleología reproductiva como cota de las prácticas entre individuos marcaron el patrón heterosexista que acabó siendo naturalizado discursivamente después de impuesto. 


Conocer el cuerpo es un ejercicio mediatizado por lo que hayamos sabido de él

Se dan dos ámbitos sobre los que reflexionar. El ámbito del conocimiento científico de los cuerpos, la anatomía y el ámbito de la sexualidad. Ambos están mediatizados entre sí y su desarrollo es codependiente -incluso a la cultura imperante-. Es importante señalar que los avances acerca del conocimiento del cuerpo humano han estado limitados por las supersticiones (una forma vaga pero efectiva de regulación social sustentada en creencias ampliamente compartidas) y las técnicas (basta apuntar que se dibujaba el interior de los cuerpos sobre disecciones de animales inicialmente, hasta la renovación en el siglo XVI de la anatomía que emprendió Andrés Vesalio) . El defecto de partida del conocimiento está en el tardío abandono de proposiciones incorregibles (Cf. Anne Fausto-Sterling) sobre la composición y división sexual, entre ellas el monosexismo aristotélico-galénico.


De forma complementaria a este ámbito, el de la sexualidad corre la misma suerte. Las prácticas sexo-afectivas han variado y sufrido transformaciones a la par que los grupos humanos y las sociedades. Las condiciones materiales (la esperanza de vida, el tiempo libre, la movilidad social...etc.) han sido un factor que pocas veces es tenido en cuenta a la hora de explicar cómo se producían, creando una falsa ilusión de homogeneidad acerca de cómo han sido las relaciones sexo-afectivas (sus prácticas, sus motivaciones y sus construcciones). Pese a esto, podemos comprender los discursos acerca de tales prácticas que se habían institucionalizado, contrastandolo con las creencias y el orden social en cada momento histórico.

El orden en la relación transforma la relación

Bultler

La relación entre SEXO y GÉNERO puede problematizarse desde perspectivas filosóficas, sexológicas y queer, pero debe tenerse en cuenta que cualquiera de las problematizaciones o incursiones en profundidad (p.ej., como las realizadas por P. B. Preciado y Butler) no están dirigidas a deshabilitar al GÉNERO como categoría de análisis aplicable a otras ciencias sociales (p.ej., en el estudio demográfico), esto es importante recalcarlo porque no en todos los sitios está claro. 


Dicho esto, hay conclusiones como las de Laqueur y Butler que resultan interesantes cuando sostienen que la naturalidad creada del sexo se deriva del género establecido culturalmente, no es el género el que se deriva del sexo natural. Al contrario de lo que se sostiene en otras perspectivas, esta inversión de orden GÉNERO-SEXO cuestiona la solidez de las estructuras sociales del sexo, algo que no es nada descabellado plantear y que para algunas autoras es necesario hacerlo mientras que para otras tendría unas consecuencias catastróficas en otros órdenes como el legislativo. 

Las diferencias observables entre los sexos sería una parte más de la amalgama regulativa que clasificaría a los individuos, dicha amalgama ideológica (pues cumple funciones regulativas) se concretaría en los géneros. Los géneros son las construcciones de las que se derivan mandatos culturales y sociales y que comportan a su vez los roles y estatus diferenciados. Si bien la argumentación entre Laqueur y Butler es distinta, a pesar de tener puntos en común, el enfoque consiste en sostener que es la realidad social (desigualdades) la que busca una explicación en el sexo (diferencias corporales) y no que sobre el sexo biológico se hayan articulado los modelos explicativos. Es decir, los modelos diferenciales ya estaban esbozados antes de ver en las diferencias anatómicas el origen de las desigualdades.

Dos modelos y medio para el sexo desde Aristóteles-Galeno hasta hoy.

Galeno de Pérgamo, figura romana excluyente en la historia de la medicina.

El primero de los modelos fue una obra colectiva, con las bases de la filosofía de Aristóteles, el modelo monosexual aguantó hasta el siglo XVIII. Galeno es la figura  más representativa de este modelo junto a Aristóteles. El paso del modelo monosexual a uno duosexual hizo conmensurable la diferencia anatómica entre individuos con genitales diferenciados.

La articulación del género, latente desde el primer modelo, se adaptó al sistema binarista hombre/mujer como cuerpos; es interesante profundizar en los argumentos medievales sobre la naturaleza de la mujer en la patrística como los que se encuentran en el filógino Rodriguez del Padrón (1390-1450) y autoras de la Querella.


El modelo duosexual vigente desde el siglo XVIII y que constituye el fundamento del género -siguiendo a Laqueur- ha podido alcanzar su cima en el siglo XX con la Clínica -apoyándonos en la genealogía que traza Foucault- momento en el que el conocimiento de la sexualidad experimentó mayores avances y retrocesos debidos a los totalitarismos (sirva de ejemplo la quema del Instituto para la Ciencia Sexual de Alemania)  y podemos afirmar que es en el siglo XIX cuando se produce en las sociedades democráticas la creciente institucionalización de la sexología, los avances en igualdad (cuatro olas del feminismo) y reconocimiento de la diversidad sexual (gracias al movimiento de liberación homosexual que daría paso luego al actual movimiento LGTBI), estos hitos están dando paso a un modelo plurisexual, donde las sexualidades y la coherencia forzosa entre genitales-género-sexo está perdiendo lentamente rigidez.


Una versión de este texto ha sido publicada en CRD el 7 de enero de 2021

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