La violencia nunca es gratuita. La violencia te pone en un lugar, en El Lugar. El lugar que te corresponde por no ser normal, que es el lugar de quienes sienten atracción por personas de su mismo sexo o quienes son más allá de lo que muestran sus cuerpos. El lugar en el que saben (¿cómo lo saben?) que deben ponerte, el que pusieron a Manolito.
En Heterolandia la ley del silencio y del secreto impera. Nadie puede saber quién eres realmente, la condición es represión, las consecuencias de lo contrario son igual de lesivas: ser un cuerpo utilizado para satisfacer el deseo de odio. Y el odio siempre deja heridas.